martes, 8 de mayo de 2007

Chus Burés, entre las joyas rebeldes... y las joyas benditas


Nadie duda de que es un diseñador prolífico y un explorador de nuevos campos. Basta con darse un paseo por su espacio madrileño o por su kiosko barcelonés para ver que no hay material ni desafío que se le resista. Desde el metacrilato hasta la seda, pasando por el chocolate o el azúcar, todos los recursos son buenos para introducirlos en sus joyas, aunque sus trabajos clásicos hayan sido siempre en plata. Y si de lo que se trata es de descubrir a Burés en temas diversos, aparentemente alejados de las joyas, encontraremos su firma, siempre transgresora y polifacética, en ese catavinos con forma de diamante que ha realizado para Custodio Zamarra, sumiller del Restaurante Zalacain, o en los zapatos que le encargó el Ministerio de Industria en la Colectiva de Marzo, o en aquella famosa horquilla de la película «Matador», de Almodóvar, que supuso una pequeña incursión en el mundo del cine.

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